viernes, 30 de noviembre de 2007

RECONCILIACIÓN


Hoy es viernes y, a pesar de que tenía planes, he preferido quedarme en casa y arreglar las cosas con él. Desde hacía unas semanas lo notaba raro conmigo. Se mostraba frío, distante. Tiene razón: llevo días sin dedicarle nada de tiempo. Un saludo apresurado mientras desayuno y apenas un rato antes de la hora de dormir. Eso los días que no he llegado muy tarde y me he metido directa en la cama, que han sido más de los que me gusta confesar. Él me conoce muy bien y es paciente conmigo, pero no podía disimular su tristeza. Se sentiría un poco abandonado, supongo que es normal, que tiene razón.
Así que he decidido que de hoy no pasaba. Es mejor buscar la solución a tiempo, poner algo de mi parte. He preparado una buena cena, he puesto música tranquila, he quemado incienso y me he sentado en su regazo. Él me ha acogido con todo su calor. Nos hemos tapado con una manta, le he leído en voz alta un buen rato... cuando hay buena disposición por ambas partes, los problemas se solucionan sin necesidad siquiera de hablar. Sobre todo cuando todo se reduce a una cuestión de tiempo y no de sentimiento, cuando hay amor auténtico, desinteresado, cuando ambos somos razonables.
Hoy me voy a la cama sintiendo la felicidad de las reconciliaciones. Feliz por haber pasado la noche con él: mi sofá. Feliz porque me haya perdonado la ausencia y porque vuelva a acogerme entre sus brazos mullidos y a sonreírme. Sin rencor.

sábado, 24 de noviembre de 2007

EL AMOR, LAS MANOS, LA LOCURA. Camille Claudel (1864-1943)

No logro entender cómo nadie puede dominar el bronce o el mármol a su antojo. Más aún: cómo se puede plasmar con tanta exactitud el rostro de alguien y hacerlo incluso reconocible. Pero aún entiendo menos que, al toparme con este busto de Rodin, haya sentido de un modo tan contundente, tan sobrecogedor, el amor que, sin duda, movía las manos de Camille Claudel al crearlo. Un amor tan obvio, tan impregnado en cada rasgo de esa cara amada, que casi me resultó inevitable no amarle también un poco, a través del tiempo, del espacio, de la dura realidad de la materia inerte.

Busto de Rodin. 1883. Colección particular.
Como tampoco acierto a explicarme cómo en los ojos de La petite châtelaine parecen latir todas las dudas. La perplejidad indomable, devastadora, que produce recordar lo que solíamos soñar y ver en qué nos hemos convertido, cómo se han evaporado las ilusiones. La fragilidad a la que estamos condenados los seres sensibles. Me hace pensar que tal vez fuera buena idea traer a ese niño que conservamos dentro y enfrentarlo a las encrucijadas de la vida adulta: puede que él fuera capaz de preguntar el porqué de las cosas, sin miedo, sin parapetarse detrás del orgullo que no oculta sino al temor, y de aceptar después con natural tristeza las negativas, las contrariedades de la vida. Sin lamentos excesivos, ni dolor exagerado.



La petite châteleine. Mármol. 1895. Museo Rodin.

Camille amó a Rodin hasta el odio. Lo amó hasta una locura que, desde una tarde nublada del mes de noviembre de 2007, se me antoja irreal, insana, desmedida. Lo amó con una pasión que la convirtió en una suerte de alquimista, capaz de transformar el metal en algo humano, en la expresión de unos sentimientos tan rotundos, que sacuden a todo el que quiera, o pueda, dejarse sacudir. A todo el que conozca ese lenguaje. A cualquiera que haya amado alguna vez.

La edad madura. Bronce. 1893. Museo Rodin.

Me pregunto si existirían estas obras magníficas si Camille Claudel no hubiera transitado el camino de la obsesión y la locura. Me pregunto si no es cobardía tenerle lástima.
Me pregunto de qué seríamos capaces si nos dejáramos arrebatar por la pasión.
Si merece la pena una vida en la que no nos permitamos, aunque no sea más que durante un breve instante, perder un poco la cabeza por amor...
...Y entre tanta pregunta, recomiendo vivamente visitar la exposición de Camille Claudel, en la Fundación Mapfre (Av General Perón, 40 Madrid). http://www.exposicionesmapfrearte.com/home.html


lunes, 19 de noviembre de 2007

SUPLENCIAS


Aquí estoy, aunque sé que soy pequeña.
Vendría igual aunque fuera apenas un cabo de vela, una bujía.
Una parte del todo.
No alcanzo vuestra altura: no nací árbol.
Pero aquí estoy
por si el sol nos falla.

martes, 13 de noviembre de 2007

HACIA EL INVIERNO

allá vamos, sí. sin detenernos. sin dudas, sin abismos, ni esperanzas.
el invierno dice blanco frente al negro de la tinta y de mis ojos.
que diga lo que quiera que al fin voy comprendiendo.
mi mente occidental se rinde: he visto deshacerse un pensamiento,
resbalar por el talud del horizonte, caer al suelo, hacerse mil añicos.
lo he visto, sí, lo he visto.
y, como ése, ahora sé que puedo empujar al resto, uno a uno:
que se jodan.
esos pensamientos falsos que salen de la nada para hacerme creer
que tengo algo de que defenderme, que soy algo distinto de ti, del vecino ciego,
de la prostituta, del cobarde, del as de copas, de la madre, del rico, del monje,
de esta tarde de otoño que rinde sus pasos
al invierno que llega.

porque la dulzura y el dulzor no son lo mismo,
me tomo un caramelo en nombre de lo cierto y me prometo
no volver a engañarme con falsas perspectivas:
hacia el invierno, al fin.
hacia el invierno.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

EXOTÉRICA (su olor)

el hombre que se sentó a mi lado en el metro olía igual que él, igual que mi padrino. a agua de colonia, no sé, a limpio, a dandi de setenta años, a limón y a fresco. olía a él. de repente, era como si él estuviera allí, como si no hubiera muerto hace unos años.

yo iba en el metro y un hombre mayor se sentó a mi lado, y desprendía el mismo olor que mi padrino. un hombre al que quería, en cuyos brazos estuve cuando solo era una niña. un hombre que me quería, que me sostuvo en sus brazos cuando solo era un niña.
y, de repente, un tsunami que anega mi garaje de cariño. de confianza. de serenidad. su ejemplo tan vivo como el amor que aún siento por él, un amor que ese olor ha venido a despertar.
como si fuera él, ese hombre que no era ningún santo, que olía a vida, quien se sentara a mi lado en el asiento, para decirme por encima del ruido del vagón que todo va a ir bien.
que todo va a ir bien.

(esta es una entrada sin misterios: para captarla con los sentidos. perfectamente comprensible. nada más que humana.)

lunes, 5 de noviembre de 2007

ALGUNAS CANCIONES

Hay canciones que son capaces de cambiar el tono de un día. Incluso de hacer que un lunes deje de parecerlo.