sábado, 29 de diciembre de 2007

LEVANTAMIENTO DE LOSAS

Estas fiestas, con todos sus excesos, tienen efectos perniciosos sobre mí: entro a formar parte activísima del homenaje institucional a la gula, me vuelvo una víctima de la publicidad y me entran ganas de comprarlo todo y, además, no me apetece nada más que deambular por calles, cines, restaurantes, centros comerciales... en resumen: por todas partes menos por mi escritorio.
La excusa es que la inspiración en estas fiestas... la musa, que está de compras... la familia, que viene... que si apetece ver a la gente...
Menos mal que el universo conspira y me hace tropezar con esta entrevista a Rafael Chirbes, publicada en El cultural el jueves 27. Sólo extraeré el fragmento-bofetón-en-toa-la-geta:


"-"El don no es nada; o lo es todo, si tienes cuidado de añadirle la disciplina". ¿Cuánto de talento, de inspiración y de sudor hay en su obra?
-No creo demasiado en la inspiración. Creo en cierta inclinación hacia un oficio, hacia un arte; en ciertas dotes. Pero luego todo eso tienes que alimentarlo para que no se seque: un escritor se carga mirando, leyendo. Aprende -aunque sólo sea de forma intuitiva- del instrumental que le brindan los demás. Y, sobre todo, trabaja, se esfuerza, sufre, fracasa, intenta una y otra vez. Además, siempre tienes la sensación que tiene el jugador que se acerca a la ruleta: empiezas cada vez de cero. (...)"
(El cultural. 27.12.07. Entrevista realizada por Nuria Azancot.)

viernes, 21 de diciembre de 2007

BUENOS DESEOS

Me uno a la inercia de las fechas, no para fundir mi tarjeta de crédito en los grandes almacenes, sino para enviar un mensaje navideño (y ponerme un poquitín cursi, cosa que me encanta, para qué negarlo):

espero que paséis estos días junto a todos los que amáis. que podáis disfrutar de ellos en armonía y risa. que el corazón se nos ponga blandito para que se empape bien de cariño y de buenas intenciones

que con el nuevo año se renueve el tiempo verdaderamente y, con él, las ilusiones, los sueños y la fuerza necesaria para hacerlos realidad
que la paz sea el denominador común de todas nuestras acciones
que el amor nos llene y nos mueva, que sea el sustrato, la energía y donde reposemos la cabeza cada noche.
que la creatividad marque todos nuestros actos
y que el humor se instale en nuestras vidas
que no nos falte nunca la salud para disfrutar de todo ello,
para nosotros y para nuestros seres queridos.

os mando un abrazo que nos reuna a todos

sábado, 15 de diciembre de 2007

ARENA

Recupero esta microhistoria de mi primer intento de blog, hace ya casi un año. La dedicatoria se mantiene intacta. Nuestra capacidad de soñar, espero, también.



Para Lore


Le di la vuelta al reloj de arena, como hacía al empezar cada sesión. Era de un cristal finísimo,
con la arena teñida de azul. Me lo regaló mi marido cuando terminé psicología, hace más de quince años, cuando aún no tenía la calificación de ex. Marcaba con exactitud los cuarenta y cinco minutos de la sesión.
El paciente, desde el otro lado de la mesa, se concentró en el fluir azul del tiempo que yo acababa de accionar. Mejor: prefería que no me mirase a los ojos. Hacía semanas que no podía controlar un temblor especial cuando él entraba. De hecho, ya habíamos acordado que aquélla sería la última entrevista. Ya había superado la depresión por su divorcio. Y a juzgar por la calidez que sentía al verle, yo también.
La conversación fue menos fluida que otras veces. El parecía triste. Yo trataba de encajar en mi puzzle mental la pieza de su ausencia. Cuando los últimos granos empezaban a caer, él guardó silencio y fijó sus ojos en el reloj. Yo hice lo mismo. Una vez se hubo consumido el tiempo, me miró de soslayo, alargó la mano y tomó el frágil artefacto. Seguí sus movimientos con mirada sorprendida. Sacó su pañuelo y lo envolvió en él. Oí cómo se quebraba el vidrio entre sus dedos. Carraspeó y me pidió que extendiera la mano. Vertió en mi palma la fina arena azul y con una sonrisa tímida me preguntó:
-¿Tomamos un café luego?

domingo, 9 de diciembre de 2007

GRIPE

no recuerdo cuánto tiempo hacía que no cogía una gripe como ésta. de ésas en las que te duele todo el cuerpo, las articulaciones, incluso las mandíbulas; en las que la fiebre sube y lo barniza todo con vapor e irrealidad.
suele pasar: uno anda en tensión toda la semana, las obligaciones lo mantienen en pie. y cuando al fin se relaja, los virus ganan la partida.

pasar un puente enfermo no está tan mal, después de todo: no hay remordimiento por estar tirada en el sofá, sin hacer nada de todo lo que espera, ni culpa por dormir hasta mediodía. dejarse cuidar, que venga mamá con cosas buenas (y recordar el vaso de leche caliente, la medicina, no la quiero, vamos, tienes que tomarla. ponerse melancólico. quizá permitir que se escape alguna lágrima por el tiempo que no volverá, por los cuidados...) además, cuando la fiebre se vaya, retomaré mis obligaciones con más alegría. por aquello de que hay que echar de menos algo para valorarlo. una lección para la soberbia: que no se olvide este cuerpo fuerte que la enfermedad existe, que hay que dar gracias cada día.